CENTRO CULTURAL SAN FRANCISCO SOLANO
CENTRO CULTURAL SAN FRANCISCO SOLANO. LA COMEDIA HUMANA CANTO XVI


la comedia humana
                                                 

                                                

           LA COMEDIA HUMANA CANTO XVI


(La peste. El Coronavirus)

La belleza.

Mis amigos y amigas os saludo

a vuestros corazones que saludan

de regreso al corazón de este mundo.



Vengo de remembrar el viejo siglo,

al verde mundo que tan verde y verde,

turbio cristal muestra su destino.



Un sentimiento profundo me hizo

volver a mis lares do la montaña

su mirada me alegró con su rizo.



Para volver a nacer y de nuevo

en las minas, el aire, en el agua.

Fuego de vida con tierra de sueño.



Maestro vuestro verso bien fraterno

con mi verso os hablan de contar cosas

vivas en el paraíso y el infierno.



Contar lo que testigo fue la piedra,

contar lo que contaron los árboles,

contar lo que sabe vüestra tierra.



                                                    

   Deslumbraba y por sus verdes hablaba,

veía de savia su bosque,  el campo,

y el campo verde a la tierra besaba.



Abundancia, la abundancia de frutos,

conversaríais sobre su gran riqueza,

riqueza y orgullo de campos y huertos.



Vi la piña y ese mango con su aroma,

los bellos frutos miré, y yo seducido

como el perfume de la diosa Roma.



Miré la zanahoria de ideas sanas,

del melón su prominente belleza,

del paraíso sus ricas manzanas.



Y mi planeta era mi bella casa,

hablaba su uva de su añejo vino,

mi poema ya parecía una plaza.



La tierra vibró y con él sudoroso,

que el agua cristalina daba vida,

y él con sus bueyes era generoso.



La vida toda estaba entre las olas

danzaba al ritmo musical del mar

y a su modo las bellas caracolas.



Y el mar me saludaba fulguroso


al sentir el sol que sobre él brillaba

y al atardecer un abrazo hermoso,



Como la lámpara no se apagaba

con corazones que eran más fecundos,

entonces más la luz iluminaba.



La primavera intensa florecía

con intensos colores, más intensos

cuando sus capullos todos abría.



La peste.

Fue mi abuelo de valiente alma médica

sentado en sus piernas y talladoras

ya me contaba poema e historia épica.



Se entrenó como una espada afilada,

preparó sus pisadas como un tigre,

sobrevivió en la tierra atormentada;



defendiendo a su patria en la guerra,

la sangrienta guerra civil de Mil Días,

corría sangre ardiente por las calles.



Sangre corría de vuestros hermanos,

se hizo veloz ante temibles fieras,

ardió su piel por el sol en sus manos.



No dormía y la muerte lo rondaba,

pesadillas  atormentaban su vida,

y su ideal lo hizo fuerte a la espada.



Se hizo fuerte como el metal fundido

y repeler el colmillo de acero

que arrancaba el corazón abatido.



Alzó vuelo a la montaña agreste,

lanzó fuerte chillido de guerrero

sacó sus garras para defenderse.



Nací en un país en donde ese plomo,

plomo gris manchaba toda la tierra,

vi la tierra triste que anduve a lomo,



Y aquí estoy yo emergiendo del dolor

como si el dolor fuera un grano fértil

de esperanza y darle al mundo color.



después de imaginar solas las almas

en las noches negras y dolorosas,

solas esas almas eran esclavas.



Signos vi llegar lejos de la esfera,

las tinieblas cubrían todo el mundo

marchitando a la bella primavera.





La peste y sus males, señales daban

al pie de la cruz lloraba la tierra.

Muertos en fosa común enterraban.



Y me acordé del valiente poeta

de Federico caído en la guerra,

peste torpe de gris con escopeta.



Y cantó contra cruenta cabeza

del terror que esclavizaba a España,

sembró versos que brotaron con fuerza.



Fue joven poeta, de ojos de versos

y cantó claro como canta un gallo.

Alegró vuestra vida con sus besos.



Ignoró que dormía con la muerte,

y fue su melodiosa voz callada,

callada como el ruiseñor para siempre.



Entregó su corazón en cuerpo y alma,

superando la adversidad y el dolor

y aún vive , fue acerado contra el arma.



Hermano en soledad futuro incierto,

en silencio con temor al demonio,

vuestra vida enfrentaba al infïerno.

las almas tristes buscaban refugio

corrían y más corrían las almas;

el alma sollozaba en cuerpo efugio.


 En un oleoducto algo crujía


vi furtiva y muy veloz a la peste

que cruel a la tierra triste abatía.



Me pregunté donde estaban las rosas,

la conciencia y la ciencia que el mal cura,

do la vida es belleza de las cosas.



Lágrimas mías del alma salían

cuando el crepúsculo en el paisaje

ni inspiraba ni mis versos reían.



Ni la manzana del verde frondoso

que su ser jugoso me seducía,

lo vi todo y al verlo era doloroso.



Ni el caudaloso rio amoroso

cuando me cubría de lozanía,

lo vi todo y al verlo era doloroso.



Ni el pájaro, mi reflejo precioso,

que cual poeta trinaba y trinaba,

lo vi todo y al verlo era doloroso.




Volví al mar a ver sus olas en gozo,

sus ojos espejo de su lamento

lo vieron todo y al ver fue doloroso.



  Desde entonces los cambios de mi vida,

y desde entonces solamente angustia,

sólo entonces vi a mi barba crecida.



Mi corazón de poeta  sentía,

sentía mi corazón de poeta,

con dolor brotaba mi poesía.



Medité en la soledad y el dolor,

la peste amoral y conducta humana,

y en la vida rezumante de amor.



Maestro mi corazón que cantaba

humillado por la peste implacable,

turbado y contrito, andaba en la nada.



Desde lejos vi rapiñas posarse,

posarse con desafío en las tumbas

con tres seis y del mundo adüeñarse.



Vi en el hospital el cuervo rondando

lo vi rondando vuestro amado enfermo,

vio su héroe y furtivo huyó volando.




Vi que ellas simbolizaban la guerra,

en vez del bien, el mal de cada día,

las vidas se aferraban a la tierra.




Cuando vi el virus viajar desde lejos

oprimiendo a la tierra con los muertos

vi odio y al mundo parársele los pelos.



Y frente a vosotros vi cada muerto,

con vosotros elevarse Colombia

y navegar solidaria al buen puerto,



sin orgullo y cazar a la  amenaza

que no os distingue como aquellos virus,

ni en nada, que el mismo virus rechaza.



Muerte por qué estás tan sentida,

muerte por qué siempre odias al humano,

muerte por qué siempre apagas la vida.



Desigual era la lucha creciente

contra el desconocido y belicoso,

que más se enseñoreaba la muerte.



Venid a ver los muertos por el mundo

Venid a ver los muertos por las calles

venid a ver los muertos del inmundo


Las almas juiciosas obedecían


al exilio obligado por la peste

que a sus armas invisibles temían.


De aquel allegro vivo y sin aliento


volvió aquella cenicienta olvidada,

cual ave Fénix enfrentó al espectro.



Ni con el jardín de bellos colores

ni con el agapanto de la vida

ni con regalo de un ramo de flores,



con vosotros, escudos y conmigo

doblegábamos temido invisible

convertido en el temido enemigo.



Y pese a todo el humano es hermoso,

solidario, el mejor sobre la tierra,

deslumbrante ser y el más luminoso.



Hermanos y hermanas, los juglares

narraban, narraban que se sufría,

y vuestros refugïos los hogares,

la vida iba perdiendo la alegría.

Hirió aquel apocalipsis su vida,

lo enfrentó con el fuego en su herrería,

su alma huracanada sanaba herida

                            con la esperanza de un nuevo día.                           

Simón Mayrs. Abril. 2020. MEDELLÍN. Antioquia. Colombia.